Experiencias de Cuidados

Recomendaciones a Cuidadores y Cuidadoras de Personas Mayores

El aumento de la expectativa de vida en el país ha significado un aumento en el número de personas mayores de 80 años y con ello, el número de personas que en algún momento requerirán del apoyo y cuidado de otros para realizar las actividades cotidianas. Apoyo y cuidado que socialmente se espera lo realicen las mujeres de la familia, pues se asume que ellas están mejor preparadas para el cuidado. En este supuesto, las mujeres contarían con una mayor capacidad de abnegación, de sufrimiento y generosidad, valores culturales que ocultan estereotipos de género respecto del “ser mujer” en la sociedad.

La división sexual del trabajo que asigna a los varones las tareas de producción en la esfera pública, y a las mujeres las de reproducción en la esfera privada, tiene antecedentes histórico-culturales relacionados con el cuidado, donde éste se ubica en la esfera privada de la familia, y lo realiza principalmente las mujeres, situación que en los últimos años ha ido cambiando progresivamente con la incorporación masiva de las mujeres al trabajo productivo, favoreciendo que los hombres también cuiden. Sin embargo, estudios[1] indican que a pesar que las mujeres realizan trabajo remunerado, siguen cuidando a sus hijos, padres, esposos y hermanos, evidenciando una desigual distribución del cuidado al interior del hogar.

La mayoría de las causas de la dependencia en personas mayores implican un deterioro progresivo, asociado a un aumento de su necesidad de ayuda en las actividades de la vida diaria, por lo tanto una persona no se convierte en cuidadora de un día para otro, sino que paulatinamente, a medida que las necesidades de apoyo de la persona mayor aumentan.

El cuidado de un familiar generalmente es una experiencia duradera que exige al cuidador/a reorganizar su vida en función de las necesidades del familiar. Supone un esfuerzo importante, hacer compatible las múltiples tareas de cuidados con otras actividades de su vida cotidiana, por tanto, la estructuración del tiempo de la persona que cuida en sus ámbitos laboral, familiar y social, se van adaptando en función del familiar atendido.

El cuidador o la cuidadora es una persona clave en el cuidado de las personas que requieren ayuda, pues cumple tanto el rol de informante, proveedor/a de cuidados y quien toma decisiones importantes en la organización de la vida de su familiar cuidado, siendo además el nexo de unión entre los profesionales socio-sanitarios y la persona cuidada.

Las funciones que cumple el cuidador o cuidadora dependen de cada familia y de las personas a quienes se cuida, generalmente se encargan de las actividades domésticas como cocinar, lavar, limpiar, ayudar a su familiar en el desplazamiento interior y exterior, en la higiene personal, en la administración del dinero y de los bienes; supervisan y administran los medicamentos, resuelven situaciones de conflicto derivadas del cuidado, acompañan a los controles médicos y realizan consultas en caso de dudas a cada uno de los miembros del equipo de salud (enfermera/o, psicólogo, nutricionista, trabajador/a social, médico).

El cuidar a un familiar cuando necesita atención puede ser muy gratificante, pero también puede ser a veces muy estresante y agotador, pues el cuidador no sólo tiene que modificar su vida para asumir tareas especiales, sino que además se ve enfrentado a situaciones que interfieren en su ámbito personal, como podría ser el no saber cómo consolar o aliviar a su familiar, o la toma constante de decisiones que afectan su vida y la del ser querido.

Muchos cuidadores, sin darse cuenta, se exigen más allá de sus posibilidades, olvidándose de sí mismos, descuidando su salud física y mental perjudicándose tanto ellos como a las personas que cuidan cuando además, no cuentan con el apoyo adecuado.

Como es imprescindible que la persona que cuida esté en buenas condiciones para cuidar, se sugiere que realice algunas de las actividades que se proponen a continuación:

Céntrese en lo positivo, reconozca todo lo que ha hecho en el día en lugar de centrarse en las cosas que no se pueden cambiar.
Intente comunicarse con otros cuidadores, hablar con otras personas con experiencias similares puede ayudar mucho.
Planifique tiempo para usted aunque sean cinco minutos de tiempo libre, supondrá una diferencia.
Es importante que coma cada cuatro horas y que siga una pauta regular de comidas: desayuno, almuerzo, onces y comida, no se salte comidas.
Procure dormir al menos ocho horas diarias, intente acostarse a la misma hora cada día, incluso los fines de semana, ya que se acostumbrará a la rutina y le ayudará a descansar mejor.
No se aísle, procure mantener alguna de las actividades que siempre le han divertido.
Ponga límites al cuidado, aprenda a “decir no”
Mantenga reuniones familiares en forma periódica y distribuya tareas entre ellos.
Infórmese de las redes de apoyo comunitarios.
Planifique su futuro
 

Y lo más importante: aprenda a pedir ayuda y déjese ayudar.

Enfermera Doris Sequeira Daza
Dra. en Gerontología Social, Docente Enfermería Geronto-geriátrica, Escuela de Enfermería, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Central; Coordinadora Red de Enfermería en Salud del Adulto Mayor, filial Chile.

[1] ENUT 2016, INE.